La Independencia de Texas fue un movimiento que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XIX, en el territorio que actualmente es el estado de Texas, en Estados Unidos.
En 1821, Texas se convirtió en parte del territorio mexicano después de que México obtuviera su independencia de España. Sin embargo, las diferencias culturales, políticas y económicas entre Texas y el gobierno mexicano llevaron a una serie de conflictos que culminaron en la guerra de independencia de Texas.
El movimiento independentista en Texas comenzó en 1835, después de que el gobierno mexicano impusiera varias medidas que los texanos consideraron como una violación de sus derechos, incluyendo la prohibición de la esclavitud y la suspensión de la Constitución mexicana de 1824. En octubre de 1835, los texanos se levantaron en armas contra las fuerzas del gobierno mexicano y formaron un gobierno provisional.
La guerra de independencia de Texas se prolongó durante varios años, y contó con la participación de importantes líderes, como Sam Houston y Stephen F. Austin. En 1836, las fuerzas texanas lograron una victoria decisiva en la Batalla de San Jacinto, donde derrotaron a las fuerzas mexicanas lideradas por el general Antonio López de Santa Anna.
Después de la batalla, se firmó el Tratado de Velasco, que reconocía la independencia de Texas y establecía las fronteras de la nueva nación. Texas se convirtió en una república independiente, aunque no fue reconocida inmediatamente por México ni por otros países. En 1845, Texas fue anexada a Estados Unidos y se convirtió en el estado número 28 de la Unión.
La Independencia de Texas fue un proceso complejo y controvertido, que tuvo un impacto significativo en la historia de Estados Unidos y de México. Para los texanos, significó la creación de un nuevo país y la afirmación de su identidad cultural. Para México, representó la pérdida de un territorio importante y la continuación de un proceso de inestabilidad política y económica.

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