La etapa de liberales y conservadores en México fue un periodo de la historia del país que se inició a partir de la Independencia de México en 1821 y se extendió hasta la Revolución Mexicana en 1910.

Los liberales y conservadores representaban dos corrientes políticas y económicas diferentes, con ideas y objetivos distintos. Los conservadores, en general, eran partidarios de un gobierno centralizado y autoritario, que defendía los intereses de la Iglesia y los grandes propietarios de tierra, y que se oponía a los cambios sociales y políticos. Los liberales, por su parte, eran partidarios de un gobierno más democrático y descentralizado, que promovía la igualdad y la libertad individual, y que se oponía a los privilegios y a las desigualdades sociales.

A lo largo del siglo XIX, los conservadores y los liberales se alternaron en el poder, en una serie de conflictos políticos y militares que dieron lugar a la Guerra de Reforma en 1858, a la intervención francesa en 1862 y a la caída del Imperio de Maximiliano en 1867. Durante esta época, los liberales promovieron una serie de reformas y cambios políticos, sociales y económicos, como la abolición de la esclavitud, la separación Iglesia-Estado, la creación de una educación laica, la expansión del ferrocarril y la modernización de la economía.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, los liberales consolidaron su poder y promovieron una serie de políticas económicas que buscaban modernizar el país y fomentar el crecimiento económico. Estas políticas incluyeron la privatización de las tierras comunales, la expansión de la industria, la modernización del sistema de transporte y la promoción de la inversión extranjera.

Sin embargo, el poder político y económico de los liberales se vio amenazado por una serie de conflictos internos, como la Guerra de los Tres Años (1857-1860) y la Revolución de Tuxtepec (1876-1877), así como por la creciente oposición de los sectores conservadores y de los movimientos populares.

En resumen, la etapa de liberales y conservadores en México fue un periodo de la historia del país que estuvo marcado por la alternancia en el poder de dos corrientes políticas y económicas diferentes, con ideas y objetivos distintos, y que dio lugar a una serie de conflictos y transformaciones políticas, sociales y económicas en el país.